Cagadas hacemos todos los días,
hay unas más graves que otras, algunas incluso son un importantísimo antes y después
en nuestras vidas, lo cierto es que algunas cagadas no se pueden limpiar y
siempre tendremos que cargar con un rastro de ellas, pero esto no es el fin del
mundo, no tenemos por qué escondernos por ello, no tenemos por qué agachar la
cabeza, todo lo contrario.
Hay que levantarse aun de los
golpes más graves, quien se queda en el piso está condenado a que lo pisoteen,
la levantada no siempre es fácil, lo más seguro es que mientras nos levantamos
nos va a doler bastante, que perdamos comodidad en nuestro entorno, pero todo
dolor pasa, así como toda cagada se supera.
Siempre se puede estar preparado
para una cagada y aun si esta nos coge desprevenidos, ninguna cagada es
insuperable, muchas veces sufrimos más pensando en el impacto de la cagada que
por la cagada como tal, debido a que la mente cuando tiene un problema tiende a
pensar mucho en el por instinto de supervivencia.
Las cagadas nos enseñan, las caídas
nos hacen más fuertes, el peor error no es cagarla, el peor error es dejar que
la cagada domine nuestra vida, porque ninguna cagada por más dura que sea es lo
sufrientemente grande como para trancarnos, porque con cada cagada que
superamos nos es volvemos mejores personas, porque aun después de que perdamos
todo debido a una cagada hay algo que nunca perdemos y eso es nuestro cerebro,
un cerebro que es rico en experiencia, conocimientos y creatividad.
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