Algunos expertos en cuestiones de
conducta afirman que somos el resultado de las cinco personas con las que más
pasamos tiempo, aun si creemos que somos diferentes a ellas, el solo hecho de
pasar tiempo con ellas hace que su actitud y personalidad influya en nosotros, pegándonos
por decirlo así tanto lo bueno como lo malo de su personalidad.
En base a lo anterior es
inminente que si deseamos hacer ciertas cosas no podemos pretender hacerlas
realidad si nuestras personas más cercanas nos desaniman a realizarlas, si
nuestros familiares, amistades o compañeros de trabajo son así solo queda
cambiar de entorno, pues aun si somos muy buenos haciendo oídos sordos a las críticas,
tarde o temprano sus voces negativas nos retrasaran o en el peor caso nos harán
desistir de lo que anhelamos.
Hay que ser personas diligentes
cuando deseamos algo, porque es así como se hallan las respuestas a todos los cómos,
pero la diligencia no es algo natural de nosotros, pues al ser nuestro cerebro
amante de las costumbres este siente mucha pereza de realizar cosas nuevas, también
nos volvemos menos diligentes gracias a la crianza de niños, son muchos los
padres y maestros que evitan a toda costa la hiperactividad de los niños en
lugar de estimular y dirigirla en algo bueno.
Es bueno ser diligente y cuando
nos juntamos con las personas adecuadas nuestro potencial es imparable, el
mundo es propenso a desalentarnos sobre ser diligentes, pero la diligencia
siempre es posible y nuestro potencial es dependiente a nuestra voluntad sobre
esta disiplina, por eso nunca renunciemos a ser diligentes.
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