Lo más lamentable de aquellos que
caen seducidos por la codicia es que para ello nada por más sagrado que sea
tiene valor alguno, el codicioso cuando al remate ha perdido todo concepto de
dignidad, honor y aprecio solo se vuelve una plaga, una plaga que añora comérselo
todo pero que nunca va a estar satisfecha, una plaga que añora poder pero al
tiempo es esclavo del mismo.
El codicioso es un cáncer para el
mundo y para sí mismo, porque para el codicioso nada es sagrado y cuando esto
pasa no oye razones, no tiene respeto alguno por lo ajeno y mucho menos
entiende el delicado equilibrio de la naturaleza; Si algo tienen en común las
peores personas que han existido en este planeta es la codicia, la codicia que
ha alimentado las guerras, ha destruido el medio ambiente, ha corrupción por
doquier y miles de hogares destruidos.
La codicia hay que combatirla, y
eso empieza por nosotros mismos, esto lo logramos reflexionando, comprendiendo
el valor de las cosas, entender que algunas veces no necesitamos poseer algo
para sacarle provecho, sabiendo apreciar lo que tenemos y evitando perder la razón
a causa de deseos y caprichos.
El día que el ser humano
comprenda lo sagrado que es respetar el medio ambiente por encima de todo,
dejara de vivir enfermo en la ciudad y comprenderá la belleza de lo verde, el día
que comprenda lo sagrado que es una familia hablan menos ancianos lamentándose
de no haber hecho algo mejor por sus hijos, el día que comprenda lo sagrado que
es darse un tiempo para sí mismo miles de personas no irán detrás de un
materialismo esclavizante y mas bien seguirán sus pasiones.
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