Todos en algún momento de nuestra
vida fuimos niños y como todo niño éramos felices con cosas simples, teníamos
sueños, curiosidad activa y una sencillez envidiable, pero muchos de nosotros
cuando llegamos a la edad adulta dejamos perder todo aquello que hace de la
vida del niño algo grandioso y en consecuencia nuestra vida carece de emoción y
sentido alguno.
Sin duda alguna no es mala ideal
tratar de recordar al niño que fuimos alguna vez, pues ese niño sabia más que
nadie que nos hacía felices, estaba bien con lo que tenía y poseía un deseo de
aprender mucho más grande del que podemos tener en la vida adulta, quizá si
recordamos a ese niño nuestra vida puede tomar el sentido que le falta, podemos
tener la curiosidad necesaria para amar el estudio, podemos saber qué es lo que
realmente nos apasiona.
El niño a diferencia del adulto
siempre está bien consigo mismo, debemos aprender a llevar ciertas cosas como
un niño, entendamos que algunas cosas no se deben ver con ojos de adulto
esclavizado por una rutina sino más bien como un niño que ve momentos mágicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario